Los Sánchez Arjona/Introducción

De Familia Sanchez Arjona
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ESTUDIO HISTÓRICO SOBRE UNA FAMILIA EXTREMEÑA   

LOS SÁNCHEZ ARJONA  


Obra galardonada con el Premio Arias Montano de Investigación 1996 de la Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes 

Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía Madrid 2000


A mi madre

A la memoria de mi padre

JAIME DE SALAZAR Y ACHA  





SUMARIO  



PRÓLOGO11


CAPÍTULO I:15

Los orígenes. La primera referencia documen­tal. Jerez de los Caballe­ros. La vida de una fami­lia noble en el siglo XVI. Los Sánchez Arjona en Jerez de los Caballeros. La formación de los ape­llidos en el siglo XVI. La primoge­nitura. ­


CAPÍTULO II: 27

La casa de Fregenal de la Sierra y su línea mayor en los siglos XVI y XVII. Su enlace con otras familias: Los Busto, los Parreño, los Casti­lla de Aracena, los Tinoco-Linero de Jerez, los Porres de Si­lva del segun­do mayoraz­go de Je­rez. ­


CAPÍTULO III:46

La casa de Fregenal de la Sierra y su línea primogéni­ta, desde el siglo XVIII hasta la ac­tua­lidad. Su enlace con otras familias: los Briones de Carmo­na, los Bernaldo de Quirós-Sotomayor de Jerez y de Higuera la Real; los Ponce de León; los Navia Oso­rio, Marqueses de Ferrera; los Llano Pon­te; los Jara­quemada, Señores del mayorazgo de Pa­jares; los Gómez de Molina y los Ruiz Solda­do.


CAPÍTULO IV:72

Los Velasco de Fregenal de la Sierra, Marque­ses de Rioca­ba­do. Su enlace con otras familias: los Jaraquemada, Señores del mayo­razgo de los Ho­yos; los Báez Castelho Revasco, los Colón de La­rreátegui; los Gutiérrez de la Barreda de Villa­franca de los Bar­ros y los Condes de Osilo en Al­mendra­le­jo.


CAPÍTULO V:97

Los Jaraquema­da de Fregenal de la Si­erra, su origen, los Señores del mayoraz­go de la Gra­nja. Segunda rama: los Marqueses de Loren­zana. Ter­cera rama: los Jaraquemada de Villafranca. Cua­rta ra­ma: los Jaraque­mada de Bienveni­da. Quinta rama: la lín­ea menor de Villafranca. Otras familias con ellos en­lazadas: los Ceballos Zúñiga, su ori­gen y línea mayor; los Marque­ses de Vadillo; los Álva­rez del Vayo; los Ga­mero y los Valle Jaraque­ma­da.


CAPÍTULO VI:120

Los Sánchez Arjona, Señores del mayo­razgo del Brincejo, descendientes de don Rodrigo Sán

c­hez Arjona y Briones. Los Miran­da de Ciudad Rodrigo; los Velasco de Ciudad Rodrigo, línea menor de los Mar­queses de Riocabado. Descendencia de los Brio­nes de Carmona hasta la actuali­dad­.


CAPÍTULO VII:145

Descendencia de don Rafael Sánchez Arjona y Boza: los Condes de Riomoli­nos. Los Romero Cama­cho.


CAPÍTULO VIII:149

Descendencia de don José Sánchez Arjona y Boza, los Vaca y Lira de Villa­franca de los Barros, sus oríge­nes. Los Condes del Álamo, los Losad­a, Condes de Bagaes. Otras familias enlaza­das: los To­ro de Vi­llafran­ca, los Pidal, Marqueses de Valderrey, los Lastra, Ternero, Abaurrea y Gran­da. ­


CAPÍTULO IX: 164

Descendencia de don Fernando Sánchez Arjona y Cabeza de Vaca en Villafran­ca y Sevilla; los Bala­guer, Barones de Ovilvar; los Azque­ta de San Se­bas­tián y los Alonso Martínez. Segunda rama: la des­cenden­cia de don Mateo Sánchez Arjona Cabeza de Vaca. Tercera rama: la descen­dencia de don Rodri­go Sánchez Arjona y Cabeza de Vaca, los Aranguren de Cáceres­.


CAPÍTULO X:175

Descendencia de don Antonio Sánchez Arjona y Cabe­za de Vaca en Sevilla y Ciudad Rodrigo. Los Íñiguez de Valdeosera y los Rasilla. Segunda rama: descendencia de don Eduardo Sánchez Arjona y Sán­chez Arjo­na, los González y los Ñudi.


CAPÍTULO XI:193

Descendencia de don Vicente Sánchez Arjona y Boza. Los Maesso de Ahillo­nes. Segunda rama: los Halcón, Ma­rque­ses de Monsalud, y los Claros.


CAPÍTULO XII:198

Descendencia de don Pedro Sánchez Arjona y Boza, los Martínez Sánchez Arjona, Marqueses de Paterna del Campo, los Condes de Villanueva.


CAPÍTULO XIII:203

Descendencia de don Juan Sánchez Arjona y Brio­nes. Los Vargas Zúñiga de Cazalla, su ori­gen, su enlace con los Federighi, Marqueses de Paterna del Campo. Segunda rama: los Vargas Zúñiga de Ri­bera del Fresno, los Torres. Tercera rama: los Condes de la Oliva de Plasencia y Marqueses de Siete Iglesias. Otr­as familias en­lazadas con los Vargas Zúñiga: los Zamb­rano, los Alvear, los Riva, los Golfín y los Mendoza de Almendrale­jo, los Tena de Guadalcanal, los Garín, los Cózar, los Calzada, los Cavestany y los Tavi­ra. ­


CAPÍTULO XIV: 231

Descendencia de don Ignacio Sánchez Arjona y Castilla, la casa de Aroche. Los Boza y los Parre­ño de Castilla, Condes del Álamo. Segunda rama, los Marqueses de Valdeloro, los Fernández de Henes­trosa de Fuenteoveju­na.


CAPÍTULO XV: 247

Los Brito de Ribera del Fresno y su descen­dencia enlaza­da con otras familias. Segunda ra­ma: los Cabeza de Vaca, Marqueses de Fuente Santa, los Benjumea. Otras familias enlazadas: los Gragera de Vi­llafran­ca y Almendral, los Casillas, los Solís de Aceu­chal, los Tovar, Condes de Casa Henestrosa y los Pec­he, Marqueses de Rianzue­la.


CAPÍTULO XVI:265

Los Gragera de Talavera la Real. Se­gunda ra­ma: los Gragera de Ribera del Fresno. Tercera ra­ma: los Gragera descendientes de don Fernan­do Gra­gera y Brito, en Ribera. Cuarta rama: línea menor de los Gragera de Ribera. Otras familias enlaza­das: los Castilla de Guadalcanal y los Liaño de Vargas de Bur­guillos.


CAPÍTULO XVII:277

Descendencia de don Joaquín Luis Sánchez Ar­jona y Castilla, línea menor de los Arjonas de Fregenal. Su enlace con los Morales Arce, los Nie­to de Paz y los Peche. Segunda rama: don Federico Sá­nchez Arjona y Velasco y su descendencia. Terce­ra ra­ma: los descendientes de don Luis Sánchez Arjona y Velasco, Marqués pontificio de Casa Arjo­na, en Ciudad Rodrigo; los Acha, Marqueses de Acha, los Delgado y los Zarandieta. Cuarta rama: la descenden­cia de don Ig­nacio Sánchez Arjona de Velasco. Otras familias en­lazadas: los Porres, Condes de las Atalayas.


CAPÍTULO XVIII:324

Descendencia de don Alonso Sánchez Arjona Boza de Chaves, los Tinoco de Castilla-Cid Bor­re­go, los Alfaro Casquete de Prado. Segunda rama, los López de Ayala Sotomayor de Jerez de los Cab­alle­ros. Otras familias en­la­zadas: los Barrientos de Osuna, los Fernández de So­ria.


CAPÍTULO XIX:344

Descendencia del brigadier don Rodri­go Sán­chez Arjona Vargas Zúñi­ga.


CAPÍTULO XX:351

Descendencia de don Rafael Sánchez Arjona y Vargas Zúñiga, los Tovar de Almendral y Bienvenida.


CAPÍTULO XXI:357

Descendencia de don Francisco Sánc­hez Arjona y Tinoco de Casti­lla.


CAPÍTULO XXII:359

Descendencia de doña Josefa Sánchez Arjona y Tinoco de Castilla: los Boza de Fregenal, los Gó­mez de Terán, Condes de Torrepilares y los Peche. Segunda rama: los Rico de Los Santos. Tercera ra­ma: línea menor de los Rico de Los Santos. Otras familias enlazadas: los Carbajo, los Borbón Rich, rama menor de los Duques de Sevilla, los Muri­llo.


CAPÍTULO XXIII:372

Descendencia de don García Sánchez Arjona y Parreño: los Sánchez Arjona Tinoco Porres de Sil­va. Los Morales de Zalamea, los Ponce de León de Zafra, los Ortega Toledo de Guadalcanal, los Fran­co Rome­ro.


CAPÍTULO XXIV:380

Descendencia de Fernando Sánchez Arjona-Mele­na en Jerez de los Caballeros. Segunda ra­ma: la descendencia de Beatriz Vázquez Arjona, los Ma­ra­ver y los Porres, Condes de Canilleros, los Mayo­ral­go.


CAPÍTULO XXV:397

Descendencia de Catalina Melena Ar­jona, los Mara­ver de Guevara, Señores de Torre Mejía; los Lila, Marqueses de los Álamos de Guadalete. Segun­da rama: los Maraver, Señores de la


Margarita; los Pér­ez de Guzmán, Duques de T'Serclaes. Tercera rama: los otros Pérez de Guzmán de Je­rez.


CAPÍTULO XXVI:420

Los Monroy de Zúñiga y los Messía de Mon­roy. Segun­da rama: los Tinoco de Castilla de Fr­egenal, Santa Marta y Villalba de los Barros; los Buzo, los Bueno, los Quiñones y los Concha. Tercera rama: los Montero de Espinosa, Mar­queses de la Colonia. Cuarta rama: descendencia de don Pedro Montero de Espino­sa y Gutiérrez, los Ovan­do de Fuente del Maestre y los Peralta. Quinta rama: descen­dencia de don Isidro Montero de Espinosa. Sexta rama: descen­dencia de don Nicolás Montero de Espinosa, Mar­queses de Balzo­la; los Mar­queses de Silve­la. ­

CAPÍTULO XXVII:458

Los Díaz de Arjona de Jerez de los Caballe­ros; los Messía Farfán­­.


CAPÍTULO XXVIII:460

Los Liaño Arjona de Jerez de los Caballeros. La descendencia de Álvar Sán­chez Arjona. Los Liaño Arjona de Zafra; los Béjar, los Navascués y los Mon­tero. Otras familias enlazadas: los Liaño de Va­rgas de Burguillos, los Tinoco Linero de Burgui­llos, los Ayala Sotomayor de Guadalca­nal, los Sán­chez de Bolaño­s, los Torres, Marqueses de Matalla­na.


CAPÍTULO XXIX:475

Descendencia de don Bernabé de Lia­ño en Bur­guillos, los Chaves de Bienveni­da, los Olea, los Marqueses de Cervera­les. Segunda rama: los Mar­que­ses de San Juan de Carva­llo, los Lafita, los Fer­nández de Céspedes. Terce­ra rama: descendencia de don Juan Francisco de Liaño Arjona en Burguillos. Los Fer­nández Salgue­ro. Cuarta rama: descenden­cia de don Ju­an de Liaño Arjona y Toro en Burgui­llos. Quinta rama: los Idrovo de Castañeda, los Santa María, los Alor, los Tristancho. Sexta rama: los Solís de Aceuchal y Miaja­das.


CAPÍTULO XXX:503

Descendencia de don Tomás de Liaño Arjona en Zafra, los Andicoe­chea y los Ugarte. Segunda rama: los Venero Bustamante, los Alcázar, Duques de la Roca y Peñaranda. Tercera rama los Marqueses de Peñ­afuente y de la Romana; los Martínez de Irujo, Duques de Sotomayor.


CAPÍTULO XXXI:521

Los Liaño Arjona de Fuentes de León y de Cá­diz, los Marqueses de Casa Recaño. Segunda ra­ma: los des­cendientes de don Serafín de Liaño Lava­lle.


CAPÍTULO XXXII:536

Los Liaño de la Puebla de Sancho Pérez; los Casquete de Prado. Segunda rama: los Jaraquemada de Segura de León, los Sierra, otros Casquete de Pra­do.


CAPÍTULO XXXIII:548

Descendencia de doña Mayor de Li­año Arjona: los Lobo Arjona de Jerez de los Caballeros. Los Farfán de los Godos y los Ramí­rez, de Zafra, hoy Marqueses de Solanda. Segunda rama: los Mendoza, Con­des de la Corte de Berrona, los López de Ayala de Jer­ez de los Caballeros, los Condes de Casa Chaves, los Valle, Condes de Villa de Santa Ana, los Quinta­no, los Halcón, Marqueses de San Gil, los Fernández de Córdoba, Marqueses de la Enco­mienda, los Bullón de Mendoza, Ma­rqueses de Selva Alegre. Terce­ra rama: los Mendoza, Marqueses de la Alameda. Los Ayala de Fuente del Mae­s­tre.


CAPÍTULO XXXIV: 572

Los Lobo Arjona de Aracena y de Moguer. Se­gunda rama: los Lobo Arjona de Madrid, los Campa­nón.


CAPÍTULO XXXV: 578

Los Lobo de Bienvenida, Herencia y Villalba de los Barros.


CAPÍTULO XXXVI: 582

Algunos Sánchez Arjona sin enlazar. Otros personajes no identifica­dos.


CAPÍTULO XXXVII:585

Algunas noticias sobre las armas de los Sán­chez Arjona a través de los tiem­pos.


BIBLIOGRAFÍA594


ÍNDICE O­NOMÁSTICO597







PRÓLOGO



El presente trabajo es claramente un libro familia­r, en tanto que su objeto de estudio es la historia de una familia a través de los últimos siglos. No he quer­ido, sin embargo, que sea sola­mente eso, y el lector podrá comprobar cómo la exposición de los innumerables datos reseñados en esta obra, desbor­dan amplia­mente el marco del mero interés familiar para brindar un am­plio mosaico de lo que ha consti­tuido en los últimos siglos la realidad social de la nobleza de la baja Ex­trema­dura en su conjunto.


En efecto, la amplitud temática del estudio que hoy presentamos, nos mues­tra una panorámica general de lo que ha supuesto la nobleza de la baja Extre­madu­ra, es­pecialmente en sus comarcas de la Sierra y los Barros, en donde no hay real­mente familias de su clase dirige­nte, que no tengan aquí su mención, muchas veces det­allada.


He querido por otra parte, consciente de la función social de la historia, no circunscribirme a los meros datos genealógicos y heráldicos, pro­pios de un nobilia­rio tradi­cional, sino intentar plasmar en lo posible, por la necesa­ria limitación de estas páginas, otros mu­chos datos de matiz eco­nómico o social que ofrecerán al lector una más completa visión sobre la realidad so­cial extre­meña en los cinco últi­mos siglos.


Entre las muchas personas que han hecho posi­ble esta obra, quiero destacar en primer lugar a mi buen amigo José Miguel de Mayoralgo, Conde de los Aceve­dos. Él ha sido mi compañero en innumerables excursio­nes genea­lógicas, varias de ellas con el añorado Duque de Tovar. Juntos hemos llevado a cabo la consulta a fondo de muchos archivos parroquiales de Extrema­dura. Además, el Conde de los Acevedos ha puesto a mi disposición innumerables datos por él obtenidos en otros archivos parro­quiales, prin­cipalmente de Sevilla y Ma­drid. Esta obra no sería por tanto la misma sin su minuciosa aportación docu­mental y sin sus siempre acertados consejos editoriales.


En segundo lugar, quiero también agradecer su col­abo­ración a mi hermana María Paz, que me ha ayudado a llevar a cabo la no siempre cómoda tarea de poner al día los datos familiares de nuestros contemporáneos. Innume­rables llamadas y gestiones, muchas veces teni­endo que vencer la desconfian­za de las personas re­queridas, han conseguido poner al día esta obra, que, sin ello, quedaría incom­pleta y desligada de la realid­ad actual. Igualmente agradezco al heraldista Juan Carlos Navarro Gazapo sus preciosos dibujos en los que ha plasmado, respetando el diseño original, los testimonios heráldicos que ilustran la obra. Por último, agradezco también la colaboración de todas aquellas otras personas que me han ayudado, ofre­cién­­dome datos concretos, y cuya aportación será men­ciona­da por ello en su lugar correspon­diente.


Espero, tras este gran esfuerzo, que esta radiogr­afía de nuestra gran familia ex­tremeña sea acogida con interés y benevolencia. Se ha de tener en cuenta que no hay obra huma­na per­fecta y que un trabajo de estas característi­cas tiene por fuerza que tener er­rores y omisiones. A los interesados en profun­dizar sobre estos temas, he de indicar­les que queda una la­bor enorme por realizar. La ingente obra de investiga­ción efectuada, no ha agota­do las posibili­dades de pro­se­guir en su es­tu­dio, pues apenas he explorado los archivos de protocolos, que nos darían una inmensa cantidad de datos, especialmente de tipo económico, y tampoco he destinado mucho tiempo a los archivos priv­ados por la difi­cultad de su acceso y consulta. Dejo ese trabajo por tanto para las gene­raciones venide­ras.


Quiero, por último, agradecer desde aquí la concesión a esta obra del I Premio Arias Montano, otorgado por la Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes, correspondiente al año 1996. Nada podría satisfacerme más que este galardón, por lo que supone de reconocimiento al esfuerzo acometido y por el amor que he venido demostrando a nuestra querida tierra extremeña.




Madrid, octubre de 1998


CAPÍTULO I

Los Orígenes



Difícil es establecer el origen de una fami­lia con anterioridad al siglo XVI y máxime si su escasa relev­ancia social ha dejado pocas huellas en la documen­tación coetánea. Sólo las grandes familias señoriales, protagonistas de los hechos históricos, dueñas de vas­tas posesiones y merece­doras por tanto de la atención de cronistas y no­tarios, pueden ver remontadas docum­entalmente sus generaciones más allá de la aparición de los re­gistros parroquiales en la segun­da mitad del siglo XVI.


Los Sánchez Arjona, que en esta obra vamos a es­tudiar, son una de tantas familias hidalgas del norte, pasadas a la conquista de Andalucía y que, peldaño a peldaño a lo largo de varios siglos, han llegado a al­canzar la primera posición económica y social en la Ex­tremadura de los siglos XVIII y XIX. Co­mo perteneciente, por tanto, a esta clase de los hidalgos, nada nos per­mite la posibilidad de conocer la ascendencia de este linaje durante los tiempos medie­vales, y sólo las meras hipótesis o la pura fantasía, de la que es nuestro pr­opó­sito huir en todo momento, nos podrían permitir el ha­cerlo posible.


El origen de esta familia presenta además una dif­icultad supletoria, pues, así como la mayoría de los apellidos de carácter toponímico estableci­dos en el sur, nos indican por sí mismos su lugar de origen en el norte, aunque ignoremos las gene­raciones transcur­ridas desde su primitivo afinca­miento, no ocurre así con el que tratamos, por ser un apellido cuya adopción se produce en el mismo lugar de su asentamiento defi­nitivo.


Así por ejemplo, cuando nos encontramos en la Ex­tremadura del siglo XVI con las familias Liaño, Velasco, Tordoya o Bazán, sabemos, aunque no ten­gamos datos documentales, que su origen respectivo es la Montaña, Castilla la Vieja, Galicia o Nava­rra y que podemos, au­nque hipotéticamente, rela­cionar­las con otras familias de sus mismos apelli­dos, máxime si poseyeron las mis­mas armas.


En el caso de los Sánchez Arjona, en cambio, es imposible esta operación, pues la utilización de un topónimo andaluz nos circunscribe esta posi­bilidad a no más allá del siglo XIII, cuando la reconquista a los moros de esta ciudad, y nos im­posibilita el conocimiento de un más remoto origen que al menos nos indicaría la raíz regional de este linaje.


Sancho es nombre latino vasconizado, cuya etimología, al parecer, es Sanc­tus, en castellano Santo, y que tiene su origen entre los vascones de Navarra durante la alta Edad Media, pasando des­pués a toda la península y alcanzando una gran difusión por toda la zona occidental desde el es­tableci­miento de la dinastía navarra en Castilla. Hoy es usado rara vez como nombre de pila, pero fue sin embargo uno de los nombres más comunes de nuestra Edad Media, lo que se evidencia por la abundancia del patronímico derivado de él: Sánchez en Castilla y León; Sanches en Portugal; Sanchis en Levante, y asimismo con muchos otros derivados como Sáenz, Sanz, Sáez, Sáinz, etc.


Conociendo estos datos, lo más que nos permi­te la seriedad histórica es imagi­nar a un Sancho, vecino de Arjona en el siglo XIV, posiblemente descen­diente de la hueste conquistado­ra, cuyo hijo o nieto fulano Sánchez, fue llama­do el de Arjona al abandonar esta población. El recuerdo de este origen y la finalidad de diferenciar a este Sán­chez y a sus descendientes de los demás, hizo con­vertir en apellido hereditario lo que en principio no era más que un simple apodo o referencia. Este y no otro, es el origen de la mayoría de los ape­llidos castellanos[1].




LA PRIMERA REFERENCIA DOCUMENTAL


El 15 de diciembre de 1427, en la villa de Andújar, doña María de Orozco, mujer de Pedro Ló­pez Dávalos -uno de los hijos del Condestable don Ruy López Dávalos, Conde de Ribadeo- realiza una transacción territorial con su hermana doña Cata­lina de Figueroa, mujer del Marqués de Santillana, el famoso poeta, por la que se permutan unas tie­rras en sus lugares de Tamajón y Manzaneque. En dicha transacción, realizada ante el escribano del Rey, Ruy Pérez de Molina, se cita como testigos "que a ello fueron presentes llamados y rogados que son Gómez Fernández de Párraga y Alfón Sán­chez, notario del Rey, y Marcos Sánchez de Arjona, e Pedro, homme del dicho Gómez Fernán­dez, vecinos de Andújar"[2].


Si bien es verdad que nada asegura el paren­tesco de este primer Sán­chez de Arjona con los que luego aparecerán en Jerez de los Caballeros, la coincidencia de apellido y el hecho de figurar confirmando un documento de la familia Figueroa-Orozco, que cuarenta años más tarde recibiría de Enrique IV el condado de Feria en Extremadura, nos abre la hipótesis de dar por muy proba­ble este parentesco e incluso imaginar el motivo del asen­tamiento de los Sán­chez Arjona en Extremadura.


En efecto, los grandes señores medievales, y los Figueroa lo eran, solían vivir rodeados de una auténtica corte de parien­tes y criados distingui­dos que les seguían y que era lo que constituía su fuerza en los tiempos antiguos y su ruina en los modernos. Escribanos, escuderos, caballerizos, pajes, clérigos y dueñas componían el mundo de los deudos y vasallos tan magis­tralmente retratados por Cervantes al hablar de la estancia de don Qui­jote en el palacio de los Duques. Ellos les se­guían a todas partes, cuidaban de la administra­ción de sus tierras y testificaban sus documentos, y, aunque eran en su mayor parte hidalgos y libres de permanecer o no al servicio de sus señores, la falta de otros horizontes les obligaba muchas ve­ces a mante­nerse durante generaciones al amparo de aque­llas poderosas fami­lias.


No sería por tanto extraño que al servicio de un Conde de Feria, pasaran los Sánchez Arjona a Extremadura. Poseía este señor numerosas tierras en esta región y, principalmente, la villa de Za­fra con su magnífico palacio, la de Feria, con su castillo, y las de Villalba, La Parra y Nogales con sus fortale­zas y lugares.




OTRAS NOTICIAS


Un origen menos histórico es el que nos tran­smite la tradi­ción familiar. En una certificación de armas expedida a fines del siglo XVII y cuyo original desconocemos[3], se afirma que:


"En el tiempo que el rey don Alfonso el nove­no de León, que fue por los años 1230 poco más o menos, bajó con sus huestes a la conquista de Ex­tremadura, auxiliado por su hijo el Rey don Fer­nando de Castilla, que a la sazón se hallaba en las fronteras de Úbeda y Baeza y quien en perso­na vino a asistir a su padre en esta guerra en cuya ocasión ganaron la villa de Cáceres, con no peque­ña dificultad, pasando a poner sitio a la de Méri­da, en donde se dio aque­lla insigne batalla, ven­ciendo con ayuda del Apóstol San­tiago al Rey Abén Hasuf, con tan notable mortan­dad de moros que to­dos los pueblos y lugares de Extremadura se rin­dieron al ejército cristiano, atemorizados de aquel destrozo. Desde este tiempo se cree quedó en la ciudad de Jerez de los Caballeros uno con el apellido de Sánchez de Arjona, cuyo nombre propio por la mucha antigüedad se ignora, en donde se ha conservado esparciéndose en muchos lugares y en los más nobles caballeros de aquella ciudad de donde pasa­ron a Fregenal, siendo el primero Ruy Sánchez Arjona[4]".


Esto es todo lo que por entonces se sabía del origen fami­liar. Sorpren­de por tanto que años después, en 1757, al hacer las pruebas de nobleza para el ingreso en la Real Compañía de Guardiasma­rinas de don García Sánchez Arjona[5], todo Fregenal de la Sierra supiera que:


"El pretendiente fue descendiente de Albaro Sanchez de Arjona, prime­ro que vino a la expresada ciudad de Xerez de los Caballeros, en tiempo del Rey don Fernando el cuar­to, comboyando a los in­fantes que allí residieron, lo que sabe el testigo por haber visto las filiacio­nes y ejecuto­rias de nobleza antiguas de esta familia, así por la fami­lia de los Condes de Canille­ros que descienden de ella, como la de los Liaño de Fuentes de Leó­n, pues por el apellido Sanchez de Arjona, que es el de su varonía, tiene el origen que deja ex­presado, siendo quando vino a Xerez el dicho Alba­ro Sanchez de Arjona, uno de los Grandes del Rey­no, y lo mis­mo Juan Bernaldo de Quirós, autor de la casa de su apellido y de los ricoshombres del tiempo del Rey don Juan".


Y esto lo sabían los testigos, unos: "por ser tradición común en esta villa y demás de su comarca", y otros: "por haber leído algunos instrumentos que lo ex­presan y haberlo oydo así a sus mayores".


Estas informaciones que carecen de valor, a no ser que pudiéramos conocer "los instrumentos que lo expresan", estaban basadas, según mi opi­nión, en la ejecutoria de nobleza consegui­da en la Chancillería de Granada por Álvaro Sánchez de Ar­jona en 1568 y, siendo nieto de otro Álvar Sánchez de Arjona, sirvió este nombre para bautizar al más antiguo antepasado del linaje.


En cuanto a la noticia de los infantes a los que este per­sonaje comboya­ba nos parece una refe­rencia demasiado tardía para estar basada en una tradi­ción familiar, siendo así que las eje­cutorias más antiguas no la mencionan.


Por otra parte, es una forma de explicar el asenta­miento de los Sánchez Arjona en Jerez de forma más relevan­te que la que creemos más proba­ble, según la hipótesis antes expuesta.




JEREZ DE LOS CABALLEROS


Jerez había sido reedificada por el Rey San Fernando en 1232 y pobla­da por gente de Galicia. En principio se llamó Jerez de Badajoz por su pro­ximidad a esta ciudad, y el mismo soberano la en­tregó a la Orden del Temple, por lo que pronto fue conocida por Jerez de los Caballeros.


Extinguida la Orden del Temple, pasó la villa a la Corona y fue Enri­que II quien la cedió a la Orden de San­tiago en 1375. La posesión de la ciu­dad por dicha Orden fue motivo para el avecinda­miento en ella de numerosas familias nobles, lo que produjo un engrandecimiento considerable que le hizo duplicar su importancia. El último cuarto del siglo XV y el siglo XVI pueden ser considera­dos como una auténti­ca Edad de Oro para esta ciu­dad.


Era Jerez una localidad populosa en la que convivían cris­tianos, moros y judíos y un respeta­ble número de escla­vos ne­gros. Estaba rodeada de un amplísimo término munici­pal, con dos aldeas dependientes, Valle de Santa Ana y Valle de Mata­moros, y varios señoríos jurisdicciona­les como Confrentes, La Granja, La Torre y mayorazgo de las Sirga­das, La Margarita etc. Todo ello con una nu­merosa población rural rica y próspera. Dentro del casco urbano existía un numerosí­simo estado noble, com­puesto en general por des­cendientes y familiares de comendadores y caba­lleros de la Orden de Santiago e incluso familias señoriales de gran importancia como los Silva, Bazán, Enríquez, Figueroa, Portocarrero y Saave­dra.


Durante los años iniciales del siglo XVI, aparte de las mencionadas, existían en Jerez otras muchas familias hidalgas entre las que podemos citar a los Porres de Logro­ño, Maraver, Tinoco Linero, Farfán de los Godos, Sana­bria, Moria­no, Lobo, Acosta, Melena, Busto, Alba, Campanón, Aya­la, Soto­mayor, Sirga­do, Soto, Quirós, Bolaños, Tapia, Vene­gas y Arjona.

El aumento de población que había sufrido Jerez a lo largo del siglo XV obligó al Emperador a otorgarle rango de ciudad en el año 1523. Este año, las Cortes de Valladolid, acordaron que todos los súbditos españoles pudiesen usar espada, con excepción de los moriscos y de los esclavos, lo que produjo ruidosas que­rellas en Jerez entre co­rregidor y regidores porque el primero se negaba a permitir el uso de aquellas armas.


El gobierno de la ciudad estaba en manos de un Corre­gidor, designado por la Corona entre los caballeros de la Orden de Santiago, y cuatro regi­dores, dos nobles y dos pecheros. Asimis­mo forma­ban parte del concejo los alcaldes ordinarios, uno por cada estado elegidos anualmente, el Alférez Mayor, el Fiel Eje­cutor, el Alguacil Mayor, el Mayordomo del Concejo, el Escribano del Cabildo y el Alcai­de del Castillo. Todos estos cargos debían ser desempeñados por nobles y eran elegidos anual­mente, excepto el Alférez Mayor, el Alcaide del Castillo y, hasta 1509, el Alguacil Mayor, que eran designados por el Corregidor en nombre de la Corona.


La vida municipal se fue deteriorando, de todos modos, y a mediados del siglo XVI, muchos de los cargos de regidor eran perpetuos, es decir, heredita­rios en las familias, lo que hacía que los dos regidores que solían ser nombra­dos para cono­cer los pleitos o las cuestiones de abastos eran siempre del estado noble, pues los electores eran ya nueve, siete de ellos regido­res perpe­tuos, y solamente dos por el estado llano. Esta políti­ca de la que "se subcedían muchos agravios", hizo protestar a los pecheros al Rey, quien obligó a que, pese al número de los regidores, siempre uno de los designados lo fuera del estado llano.


"Todo entonces en Jerez respiraba nobleza y caballe­ría. Sobre las muchas familias linajudas que en la población habita­ban, se destacaba la corporación munici­pal, cubierta de honores y distinciones que a toda hora se ha­llaba dispuesta a lucir. Ya fuera para celebrar glo­riosos hechos de armas, ya por el nacimiento de algún príncipe o en numerosas fiestas reli­giosas, lo cierto es que menudea­ban las solemnidades que daban ocasión a aquellos capitula­res para colocar­se en su lugar pree­minente, con sus maceros de gala, sus rondas y comitiva. Las citacio­nes para estas solemnidades habían de hacerse por medio de muy corte­ses y atildadas comunica­ciones, llenas de sendos tratamientos y etiquetas cuya infracción producía conflictos. Todos estos detalles llega­ron a imprimir carác­ter en la pobla­ción[6]".


Por todo lo expuesto, podemos imaginar que el dominio de la vida munici­pal era una de las ambi­ciones más enraiza­das entre aquellas familias, lo que produ­cía grandes renci­llas que muchas veces terminaban en sangre. No otra es la causa de las guerras de bandos que asolaron el Reino de Casti­lla durante la segunda mitad del siglo XV.


El ascenso social de familias más modestas, o el esta­bleci­miento en la ciudad de otras foraste­ras, provocaba a menudo ruidosos pleitos de hidal­guía, pues era costumbre del Concejo empadronar sistemáticamente como pecheros a los que no lo eran de notoriedad. A veces incluso, si se tenía poder suficiente para ello, se empadronaba a los enemigos políticos en el estado llano, pues, aun­que luego la Chanci­llería les devolviera a su es­tado mediante la correspon­diente ejecuto­ria, les hacían gastar sus caudales en un largo pleito y, lo que era más impor­tante, les mantenían alejados durante una buena temporada, a veces años, de los cargos del Concejo y de las decisiones municipa­les.




LA VIDA DE UNA FAMILIA NOBLE EN EL SIGLO XVI


La vida de una familia noble de tipo medio, se desen­volvía por aquellos tiempos dentro de una tónica general de auste­ridad y casi pobreza. Los testa­mentos de la época nos ha­blan de los escasos bienes a here­dar, entre los que muchas veces se encuen­tra la ropa usada. Asimismo, de estas últi­mas volunta­des se desprenden las dos grandes obse­siones del tes­tador: la salvación del alma, para la que se en­cargan innumerables sufragios y man­das piadosas, y el porvenir de su linaje a través de la institu­ción del mayorazgo. Por otra parte, los mismos testamentos y las informaciones testifica­les de la época nos ponen en evidencia que un gran número de hidalgos y la mayor parte de sus mujeres no sa­bían leer ni escribir.


La vida dependía entonces de la fertilidad de la tie­rra, y una mala cosecha podía hacer pasar hambre incluso a familias de posición acomodada. En este ambiente, en el que sólo el cuidado de los campos y la adminis­tración de la corta ha­cienda ocupaban a los miembros de la clase diri­gente, no había más distrac­ción que las solemni­dades religiosas. Es la época dorada de las cofra­días en las que los ciudadanos se agrupan según su posición social y compiten en las celebraciones y procesio­nes conmemorativas.


En este estrecho marco ciudadano, las fami­lias de abolengo no tienen otro norte que la ob­tención de una regi­duría perpetua, para vincular a su descenden­cia, o la mer­ced de un hábito de una de las Ordenes militares, o el conseguir una cédu­la real para poder fundar mayorazgo y así perpe­tuar por los siglos de los siglos, a través de condi­ciones muchas veces inhumanas, el lus­tre y buen nombre de su linaje.


La fundación de mayorazgo, verdadera fiebre del siglo, tenía por objeto el mantener unido un patrimonio, que en otras condiciones, a través de sucesi­vos repartos, habría condenado a la descen­dencia a un descenso en la categoría social. Para pro­teger esta perduración del linaje y para asegu­rar su manuten­ción, los testadores establecen todo tipo de cláusulas suceso­rias, que coartarán la libertad de sus herederos. Así, no sola­mente se prohibía a los suceso­res cualquier posible enaje­nación del patrimonio vinculado, sino que además se les imponía el uso de apellidos y armas y, mu­chas veces, las personas con las que habían de casar. Todo ello nos pone en evidencia la gran preocu­pación que aquellos hombres tenían por todo lo referente al linaje. Por ello, no es de extra­ñar que cualquier duda sobre la nobleza, limpieza de sangre o preeminencias de una familia, produje­ra rencillas enormes y turbulencias sin fin.


Esta institución de mayorazgo fue una de las causas princi­pales de la acumu­lación de la tierra y de la creación de las grandes fortunas agrarias de los siglos posteriores, así como de la extin­ción y emigración de una gran parte de la nobleza. En efecto, al heredar todo el patrimonio el hijo ma­yor, los hijos restan­tes se veían obligados a buscar fortu­na por otros medios. Los más afortu­nados tenían la solución de casar con la heredera de otro mayorazgo, y ésta es una de las causas más comunes de los cambios de vecindad de aquellos tiem­pos. Los que no lo conseguían, sólo tenían como alternativa la entrada en Religión, que per­mitiría en muchos casos disfrutar de una posi­ción holgada, o la más dura del servicio del Rey en sus ejérci­tos de Europa o Indias. Los que no adoptaban ninguna de estas soluciones se verían obligados a vivir de la caridad de sus hermanos, permaneciendo en el celibato, por la imposibilidad de man­tener una familia, o -solución más drástica- contraer ma­tri­monio con alguna hija de pechero rico que permitiera volver a dorar los blasones del menes­teroso hidal­go.


La mayor gloria que estos hombres tuvieron, sin embar­go, fue la de con­quis­tar y colonizar Amé­rica -Hernando de Soto y Vasco Núñez de Balboa fueron jerezanos- y que no dejaron de regar con su sangre ninguno de los cinco conti­nentes. Por ello no es de extrañar que, tras este siglo de oro, a fines del siglo XVII, Jerez era una ciudad pobre y esquilmada, sombra de lo que fue, cuyos principa­les linajes habían desaparecido, ya sea por la emigración, como los Arjona que estudiamos, o sim­plemente por extinción, como ocurrió con la mayo­ría de los linajes del siglo anterior.


Hemos de indicar como colofón, que no queda en Jerez de los Caballe­ros el menor rastro de los Arjonas, si hace­mos excepción de una lápida que se conser­va en la parroquia de San Bartolomé, en la que se puede leer "Enterra­miento de los capellanes de doña Catalina de Arjona", como explicare­mos en otro lugar, y el nom­bre de una parte de la dehesa de la Corte que, al menos en 1728, todavía se de­nominaba Corte de Arjona, para diferenciarla de las de la Berrona, la de los Vargas y la de los Lázaros, haciendo referencia lógica­mente a sus dueños.


La razón de no encontrar ninguna casa con el blasón de los Sánchez Arjona la encontramos en el expediente de la Orden de San Juan de don José Sánchez de Arjona y Briones, cuando dicen los in­formantes y los testigos que "las casas de los Arjonas en la calle Ecce Homo estaban arruinadas y que sus escudos se los habían llevado sus dueños a Frege­nal". En dicho año se conser­va­ban todavía sin embargo las armas de Sánchez Arjona en la parro­quia de San Bartolomé, donde estaba el enterra­miento de la fami­lia "junto al altar del Santo Cristo, del lado del evangelio, pegado al muro". Hoy sin embargo han desapa­recido tras las obras efectuadas en el pasado siglo.




LOS SÁNCHEZ ARJONA EN JEREZ DE LOS CABALLEROS


Durante todo el siglo XVI, aún antes de la existencia de las partidas sacra­mentales, tenemos numerosas referen­cias docu­mentales de los Sánchez Arjona en Jerez de los Caballeros. Estas referen­cias nos plantean problemas, pues son incom­pletas y solamente de forma hipotética pode­mos emparentar a los perso­najes relacionados en ellas.


La primera, de 1512, es un acuerdo del conce­jo de Jerez por el que consta que en dicho año eran vecinos de la ciudad: RUY SÁNCHEZ DE ARJONA, HERNÁN SÁNCHEZ DE ARJONA Y JUAN DÍAZ DE ARJO­NA[7]. Un año más tarde, en 1513, sabemos que JUAN MARAVER, hijo de Alonso Maraver y de Elvira Sán­chez de Arjona, ob­tiene permiso para pasar a In­dias, y que en años sucesivos lo alcanzan: MEL­CHOR DE ARJONA en 1535, hijo de Juan Díaz de Arjona y de Isabel de Soto; GONZALO DE ARJO­NA en 1537, hijo de Ruy Sánchez de Arjo­na y de Catalina Álvarez de Rando­na; LUIS SÁN­CHEZ DE ARJONA en 1538, hijo de Fernán Sánchez de Arjona y de Juana de Soto; y FRANCISCO DE LIAÑO en 1540, hijo de Juan de Liaño y de Elvira Sánchez de Arjo­na[8].


En cuanto a informaciones más explícitas so­bre esta familia tenemos la que se realizó en 1562 en Jerez por RUY SÁNCHEZ DE ARJONA, vecino de Fre­genal, por la que acredita ser hijo de García Sán­chez de Arjona y de Isabel Vázquez y nieto de Ruy Sánchez de Arjona y de Mencía Gutiérrez[9]; la ejecuto­ria de nobleza conseguida en Grana­da en 1561 por FRAN­CISCO ME­LENA ARJONA, hijo de García Sánchez de Arjona y de Leonor de Tapia y nieto de Hernán Sánchez de Arjona y de Beatriz Vázquez Melena[10]. Asimismo el testa­mento de este mismo FRANCISCO MELENA por el que sabemos que era sobrino carnal de Melchor Sánchez de Arjona, Cata­lina Mele­na, María Díaz de Arjona, Fran­cisco Mele­na y Hernán Sánchez de Arjona, y hermano de Bea­triz Vázquez de Arjona, Catalina Gómez, Ruy Sán­chez de Arjona y Her­nán Sán­chez de Arjona[11].


En 1568, en la misma Chancillería de Granada, ÁLVAR SÁNCHEZ DE ARJONA y su hermano JUAN DE LIAÑO obtienen eje­cutoria de nobleza tras acreditar que son hijos de García Sánchez de Arjona y Ana de Liaño, y nietos de Álvar Sánchez de Arjona y de Mayor Sánchez. Con objeto de refor­zar sus preten­siones, ponen de mani­fiesto que son primos segun­dos de García Sánchez de Arjona, padre de Francis­co Melena, que había obtenido ejecutoria dos años antes[12].

Por último, en 1612, en una información tes­tifical realiza­da en Jerez a requerimiento de Lo­renzo de Sanabria y de don Pedro de Silva, para optar al disfrute de una capellanía fundada por Ruy Sánchez de Busto, se acredita que: Ruy Sánchez de Arjona y Fernán Sánchez de Arjona eran hermanos y casaron con dos her­manas, Mencía Gutiérrez y Beatriz Vázquez Melena, y que a su vez, Ruy Sán­chez de Arjona y Mencía Gutiérrez, fueron padres de Catalina Mele­na, mujer de Sancho Rodríguez Ti­noco, de Beatriz Vázquez de Arjona, mujer de Lo­renzo Bernaldo de Quirós, de Gar­cía Sánchez de Arjona y de María Díaz de Arjona, mujer de Vasco González Moriano[13].


Todos estos datos, a primera vista inconexos, nos permiten en principio establecer que existie­ron en Jerez tres ramas de la familia que estudia­mos: la primera la descendiente de Ruy Sán­chez de Arjona y Mencía Gutiérrez; la segunda la de su hermano Fernando Sánchez de Arjona y de su mujer Beatriz Vázquez; y la tercera la de Álvaro Sánchez de Arjona, tío carnal de los dos anteriores.




LA FORMACION DE LOS APELLIDOS EN EL SIGLO XVI


Antes de pasar a exponer los parentescos de todos estos personajes, vamos a intentar explicar las razones de adopción de los apellidos en la Extre­madura del siglo XVI, pues este sistema ono­mástico nos permitirá establecer las deduc­ciones precisas para la construcción de un árbol fami­liar coherente.


En principio el nombre del linaje lo adoptaba casi siempre el primogé­nito de la familia. El res­to de los varo­nes también, a no ser que se les hubiera impues­to un nombre de la familia materna, en cuyo caso, ya sea por razones de mayorazgo o no, adoptaban el apellido de la persona en cuyo honor se les había impuesto el nombre. Esta regla, que en los varones puede produ­cirse a veces, en las mujeres es casi la práctica constante, es de­cir, a las hijas de fami­lia se les imponía no sólo el nombre de pila de sus abuelas y tías, sino tam­bién su apellido.


Añadamos a esto que el varón primogénito lle­vaba casi siem­pre el nombre de su abuelo paterno y que el segundo solía llevar el de su abuelo mater­no. Asimismo hay que hacer notar que en estos tie­mpos no se acostum­braba a adop­tar nombres capri­chosos, sino que todos los nombres impues­tos res­pondían a una herencia genealógica. Es decir, se trataba en esta especie de culto a los antepasa­dos, de perpetuar con ello la memoria de los mayo­res[14]. Adelan­tadas por tanto estas normas de compor­tamiento ono­mástico, observemos el árbol genealó­gico de los primiti­vos Arjo­nas del comienzo del siglo XVI:




N. Sánchez Arjona


N. Sánchez Arjona Álvar Sánchez Arjona


Ruy Schz.Arjona Fernán Schz.Arjona García Schz. Arjona


García S. Arjona García S.Arjona Álvar S.Arjo­na Juan de Liaño


Ruy S.Arjona Fernán Francisco

S.Arjona Melena




Observemos que en la familia que tratamos se cumplen a la perfección las normas descritas. Ig­noramos los nombres de los personajes designados con la letra "N", pero, al menos en el caso del desconocido padre de Ruy y Fernán Sánchez de Arjo­na, podemos suponer con gran probabilidad de acierto que se llamara García, pues así se llaman los hi­jos primogénitos de aquéllos. Tal vez pudiéramos identificar a este García Sánchez de Arjona con un García Sán­chez, de Jerez de Badajoz, que entre los años 1497 y 1503 figura sirviendo al Rey como ji­nete de caballo lige­ro, pero, aun­que esta identi­ficación pueda parecer posible, no deja de ser arriesgada, toda vez que no figura dicho perso­naje con la alcuña de Arjona[15].


A parecidas conclusiones podemos llegar si con­templamos los nombres de las mujeres de la misma familia:



Catalina Melena

mujer de

Hernán Sánchez de Busto



Mencía Gutiérrez Beatriz Vázquez

mujer de mujer de

Ruy Schz. de Arjona Fernán Schz. Arjona



Catalina Beatriz María Catalina María García Melena Vázquez Díaz Melena Díaz Sanchez Arjona


Bea­triz Váz­quez



Vemos que las hijas mayores de Ruy y Fernán Sánchez de Arjona se llaman como su abuela mater­na, es decir Catalina Mele­na; otras dos como su tía y abuela -respectivamente- Beatriz Vázquez. Solamente el nombre de María Díaz queda sin justi­ficar. ¿Sería muy arriesgado suponer que ése era el nom­bre de su abue­la paterna, es decir, de la madre de Ruy y Fernán Sánchez de Arjona?


Siguiendo con esta regla, si sacamos la con­clusión de que García Sánchez Arjona y María Díaz son los padres de los Arjonas de la primera gene­ración -es decir- de Ruy y Fernán, podemos arries­gar otra hipótesis: que el Juan Díaz de Arjona que aparece junto a los dos citados en el acuerdo de 1512 fuera también su hermano, que se habría lla­mado como su abuelo materno, un Juan Díaz, padre de la hipotéti­ca María Díaz, y que en 1535 tenía un hijo llamado Melchor, nombre común a todas las ramas, como se comprueba por el siguien­te árbol:


(García) Sánchez de Arjona y (María Díaz)



Ruy. S.Arjona Fernán S.Ar­jona Juan Díaz Arjo­na casa con casa con casa con

Mencía Gutiérrez Beatriz Vázquez Isabel de Soto

Catalina García García Melchor Melchor Arjo­na Melena S.Arjona S.Arjona S.Arjona vive en 1535 casada casado casado

Sancho Isabel Leonor de

Tinoco Vázquez Tapia


Rodrigo Ruy S. Francisco

Tinoco Arjona Melena


Melchor Melchor Melchor

Tinoco S.Arjona S.Arjona



Por último, tal vez a estos tres hermanos habría que añadir un cuarto, otro Melchor Sánchez Arjona al que encon­tramos citado en los papeles corres­pon­dientes a la citada capellanía de Bea­triz Vázquez de Busto en Jerez de los Caballeros, como marido de Elvira de Villalobos, prima hermana de Mencía Gutiérrez y Bea­triz Vázquez, como vere­mos en el capítulo siguiente. Dicho ma­trimonio fundó la cape­llanía de Matasanos pero no llegó a alcan­zar descenden­cia.




LA PRIMOGENITURA


Difícil es establecer, con los datos que te­nemos, el orden de primogeni­tura que corresponde a las diversas ramas de la familia. De los tres herma­nos de la primera genera­ción, Ruy y Fernán Sánchez de Arjona y Juan Díaz de Arjona, parece claro no ser el mayor éste últi­mo, pues según nuestras deduc­ciones habría tomado su patronímico de su abuelo ma­terno, costumbre seguida por los hijos menores. En cuanto a los otros dos hermanos, Ruy y Fernán, nos re­sulta más difícil el decidir sobre cuál de los dos era el mayor.


En todos los documentos citados anteriormen­te, al hablar de los dos herma­nos, se menciona siempre a Ruy antes que a Fernán, lo cual parece indicar que aquél era el mayor de los dos. Así en el acuerdo de 1512 y en la información de 1612. Sin embargo por otras informaciones de testi­gos, como la ejecutoria de Francis­co Melena en 1561, sabemos que Fernán Sán­chez de Arjona debió de nacer hacia 1462, pues falleció de unos cin­cuenta años en 1512. Su hermano Ruy, que en 1538 era testigo para las pruebas de Santiago del Ade­lantado Hernando de Soto, dice tener unos sesenta años, por lo que habría nacido hacia 1478, y sería por tanto bastante más joven que su hermano Fer­nán. Sin embar­go hay que dudar siempre de las in­formaciones testificales en lo que hace referencia a las edades de los ante­pasados, porque continua­mente nos encontra­mos con contradiccio­nes eviden­tes. Otro indicio más seguro es la mayor importan­cia

de la rama de Fer­nán, que es la que permanece en Jerez, donde funda mayo­razgo, mientras que la de Ruy brujulea entre Badajoz y Villanue­va de Bar­carrota, hasta establecerse definitiva­mente en Frege­nal. Sin embargo, tampoco este argumento es definiti­vo, pues bien pudo la línea de Fernán con­traer matrimonios más ventajosos aún siendo menor.


Por todo lo expuesto podemos esbozar el siguiente árbol genealógico de la primera generación de los Arjonas:



N. Sánchez Arjona



(García) Sánchez de Arjona Álvar Sánchez de Arjona Elvira Sánchez de Arjona[16] casado con casado con casada con

(María Díaz) Mayor Sánchez Alonso Maraver



Ruy Fernán Juan García Juan Maraver

Sánchez Sánchez Díaz de Sánchez pasajero a Indias

de Arjona de Arjona Arjona de Arjona en 1513




Expuestas así las dos primeras generaciones y, debiendo elegir un sistema para el desarro­llo de este estudio, vamos a seguir el si­guiente orden de exposición:


1º La descendencia de Ruy Sánchez de Arjona, que in­cluye toda la casa de Fregenal, con sus múl­tiples líneas. Ostenta su primogenitura el Mar­qués de Ferrera, aunque no su apellido, perdido en la primera mitad del siglo pasado.


2º La descendencia de Fernán Sánchez de Arjo­na, extin­guida pronto en su varonía y representada hoy por el Conde de la Torre de Mayoralgo.


3º La descendencia de Juan Díaz de Arjona, cuya suce­sión, mucho más modesta que las anterio­res, se pierde a fines del siglo XVII.


y 4º La descendencia de Álvar Sánchez de Arjo­na, tío carnal de los tres anteriores y progenitor de los Liaño Arjona, que tomaron este apellido pese a no perder la varo­nía hasta este mismo si­glo. Su primogenitura la osten­tan hoy, al parecer, los Béjar de Jerez de los Caballeros.




  1. .-Véase sobre este tema mi discurso de ingreso en la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía, Génesis y evolución del apellido en España, Madrid 1991
  2. .-Véase, Luis de SALAZAR Y CASTRO, Historia Genealógica de la Casa de Haro, en "Archivo Docu­mental Español", tomo XV, Madrid 1959, pág. 431.
  3. .-Conocemos este texto por una copia moderna que obra en el archivo de don Fernando Íñiguez Sánchez Arjona, sin indicación alguna sobre su fecha o procedencia. Es anterior a 1685, pues la certificación cita al I Conde de Canilleros como don Pedro de Porres, actual Corregidor de Granada, y sin citar su título nobiliario que se concedió en dicho año.
  4. .-Continúa la dicha certificación de este modo: "tuvo por hijos a Garci Sánchez Arjona familiar del Santo Oficio de la Inquisición y a Gonzalo Sánchez Arjona, que fundó mayorazgo en dicha villa de Fregenal de unas casas princi­pales en cuya puerta está el escudo de armas y en primer lugar las águilas negras en campo azul (sic), que son de las que siempre han gozado y usado los caballeros Sánchez Arjona de esta provincia de Extremadura, de unas partes de dehesas, de dos cortijos considerables cercados y la vara de Alguacil perpetuo de por Su Majestad de dicha villa, en cabeza de don Francisco Sánchez Arjona su sobrino, hijo de Garci Sánchez Arjona su hermano. Don Francisco Sánchez Arjona fue familiar del Santo Oficio y capitán de Infantería española en el principio del levantamiento de Portugal; tuvo por hijos a don Gonzalo, don García, don Francisco, doña Francisca y doña María. Don Gonzalo y don Francisco fueron capitanes de caballos corazas en los últimos años de la guerra con Portugal y, el dicho don Gonzalo, familiar del Santo Oficio de la Inquisición. Pasaron de Jerez mezclados con los Liaños a Burguillos, Zafra, Fuentes de León, Bienvenida y la Puebla de Sancho Pérez, en donde por haber muerto a don Gómez y don Bartolomé de Figueroa, don Álvaro Sánchez Arjona fue preso y degollado en la villa de Zafra -de orden del Señor don Juan de Austria, que asistía en dicha villa- hombre de singular valor, como lo mostró en su prisión y muerte. Gozan de este apellido don Pedro Ponce de León, señor de la Margarita, don Andrés Maraver, Señor de Torre Mejía, doña Leonor de Aguilar, Señora de Galisteo, Marquesa de Fuensaldaña y Condesa de Mon­tehermoso. En dicha ciudad de Jerez en la parroquial del señor San Bartolomé, doña Catalina Arjona labró una bóveda de entierro muy grande y capaz que coge desde el altar colateral del Santo Cristo hasta el poste del púlpito. Asimis­mo goza de este apellido don Pedro de Porres, actual Corregidor de Granada, capitán de caballos corazas del hábito de Santiago, y que ha sido corregidor de Ávila, Écija y Carmona y tiene dos hijos del hábito de San Juan y el primo­génito del de Alcántara".
  5. .-Expediente de don García Sánchez Arjona y Sánchez Arjona, número 1232 del catálogo de Válgo­ma y Finestrat.
  6. .-El presente párrafo, así como los datos de este capítulo están tomados de la obra de Zacarías MARTÍ­NEZ Y MARTÍNEZ, Historia de Jerez de los Ca­balleros, 1892.
  7. .-Ver MARTÍNEZ, Libro de Jerez, op. cit., pág. 400.
  8. .-Ver Cristóbal BERMÚDEZ PLATA, Catálogo de pasajeros a Indias.
  9. .-Véase expediente de pruebas para la orden de San Juan de Jerusalén de don José Sánchez Arjona y Briones, Archivo Histórico Nacional, Sección de Órdenes, expediente núm. 23582.
  10. .-Archivo de la Real Chancillería de Granada, ejecutoria de Francisco Melena Arjona, año 1562, signatura 303-490-4 y 303-498-1.
  11. .-Ver Archivo del Conde de Canilleros en Cáceres, Asuntos de Jerez, legajo I. Debemos estos datos, como tantos otros, a la amabilidad de José Miguel de Mayoralgo.
  12. .-Archivo de la Real Chancillería de Grana­da, ejecutoria de Álvar Sán­chez de Arjona y Juan de Liaño, 1568, signatura 301-46-2.
  13. .-Archivo de capellanías de la Parroquial de San Bartolomé de Jerez de los Caballeros, capella­nía de Beatriz Vázquez de Busto.
  14. .-Véase Génesis y evolución del apellido en España, op. cit. págs. 29 y ss.
  15. .-Ver Marie Claude GERBET, A la recherche des nobles d'Estremadure: 1454-1516, ediciones Hidalguía, Madrid 1987. En sus páginas 96 y 97 trae una lista de los caballe­ros extremeños que sirvieron al Rey en esos años.
  16. .-La fraternidad de Elvira con los anteriores se pone en evidencia, no solamente por razones cronológicas, sino porque en 1562 un Juan Maraver, en Fregenal, declara ser pariente en cuarto grado de Ruy Sánchez Arjona por vía de hembra.