La Virgen del Rosario
Historia de la Virgen del Rosario de la iglesia de San Cristóbal del Arrabal de la Florida de Ciudad Rodrigo “Nuestra Virgen”
Dª María Luisa Sánchez-Arjona y Jaraquemada nació en Fregenal de la Sierra el 18 de febrero de 1766, hija de D. Rodrigo Sánchez-Arjona y Briones y de Dª María Jaraquemada y Gutiérrez de la Barrera, nieta de D. García Sánchez-Arjona y Castilla y de Dª Elena Briones Merino. Fue la primera que vino a vivir a Ciudad Rodrigo, con su tío materno, y tutor, D. Javier Jaraquemada, canónigo de la catedral de Ciudad Rodrigo.
Dª María Luisa Sánchez-Arjona y Jaraquemada casó en la catedral de Ciudad Rodrigo el 15 de agosto de 1786 con D. José Antonio Miranda y Blanco de Salcedo, Brigadier de los Reales Ejércitos, Coronel del Regimiento de Infantería del Príncipe, Caballero de Santiago, poseedor de numerosos mayorazgos muy ricos en las provincias de Salamanca y León.
La hermana de D. José Antonio, Dª Javiera Miranda y Blanco de Salcedo, muy devota de la imagen de la Virgen del Rosario de la Parroquia de San Cristóbal del Arrabal de la Florida, que durante la Guerra de la Independencia estaba batida día y noche por la batería de cañones franceses que sitiaban Ciudad Rodrigo, desafiando el riesgo, bajó a San Cristóbal con sus criados y subieron a la Virgen del Rosario a su casa en la ciudad amurallada. Durante el sitio de Ciudad Rodrigo, Dª Javiera organizó la novena a la citada imagen en su propia casa, asistiendo a ella toda la familia.
En 1814 falleció Dª María Luisa Sánchez-Arjona y Jaraquemada, y pocos meses después su marido, D. José Antonio Miranda.
Terminada la guerra y restaurada la Iglesia de San Cristóbal, la imagen de la Virgen del Rosario fue devuelta a su lugar de origen. Dª Javiera Miranda sigue de Camarera de la Virgen del Rosario, organizado una novena en el mes de octubre, a la que asiste toda la familia en la Iglesia de San Cristóbal. En esta época, entre la familia, que se empezó a llamar a esta imagen de la Virgen del Rosario, “Nuestra Virgen”.
Al morir Dª Javiera, se hace cargo del arreglo de la Virgen y de organizar la novena su sobrina, Dª Nieves Miranda y Sánchez-Arjona, casada con su primo hermano D. Rodrigo Sánchez –Arjona y Boza.
Tras el fallecimiento de Dª Nieves, se hace cargo del vestir a la Virgen, su hija, Dª Manuela Sánchez-Arjona y Miranda. Dª Manuela fue muy devota de “Nuestra Virgen” y proclamaba que toda la familia fuera a la novena. En un arroyo de Ciudad Rodrigo tenía unos huertos, cuyas rentas se daban a los pobres y una huerta que donó a la Virgen del Rosario. De ahí la coplilla:
La Virgen del Rosario tiene una huerta, llena de flores hasta la puerta.
Al morir Dª Manuela, pasó el cargo a su hija mayor, Dª Soledad (Tía Solita) que siguió atendiendo a la Virgen del Rosario con el mismo boato.
Al morir Tía Solita, heredó el compromiso su hija mayor, Dª Rosario Sánchez-Arjona y Velasco, que ejerció con igual celo. Antes de morir, le dejó el cuidado de la Virgen y de la novena a su sobrina y ahijada, Dª Rosario Sánchez-Arjona y Sánchez-Fables, rompiéndose la tradición de que fuera la mujer de más edad de la familia la que se encargara del ornato y la novena de la Virgen del Rosario.
Esta historia se la oí contar muchas veces a mi tía Dª Rosario Sánchez-Arjona y Velasco.
Yo asistí a la novena muchas veces en los años treinta del pasado siglo, que entonces se celebraba con todo esplendor. Ahora se está perdiendo esta tradición y hay muchos familiares que la ignoran totalmente.
Hay que darle gracias al párroco de San Cristóbal, que ha dotado a la Virgen de un altar nuevo, aprovechando un retablo perfectamente restaurado. La Virgen la tiene perfectamente atendida y le sigue celebrando su novena, aunque se lamenta de que apenas asisten tres o cuatro miembros de la familia que un día llamó a la Virgen del Rosario de la iglesia de San Cristóbal “Nuestra Virgen”.
Fernando Yñiguez Sánchez-Arjona
Sevilla, octubre de 2016